*Anarquía y anarquismo
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*Mi individualismo anarquista
*La balada de Joe Hill
*Una crítica, no un programa: por una crítica no-primitivista contra la civilización
Anarquía y anarquismo
No imaginan que una sociedad
pueda funcionar sin amos ni criados,
sin jefes ni soldados.
Joseph Dejacques, “À bas les chefs!”
¡Nuestro enemigo es nuestro amo!
La Fontaine, “Le Vieillard et l’âne”
Nuestra época, abierta a las contradicciones y a las paradojas, aplastada por la capa de plomo de un pensamiento políticamente correcto, aprendió a dejar un espacio ghettizado a la divergencia y a la marginalidad, a condición de que no superen un cierto umbral más allá
del cual las ideas se convierten en acción y la herejía en subversión. Así, la anarquía huele un poco menos a azufre que antes y, edulcorada con el calificativo “libertaria”, sale de los bajos fondos proletarios para convertirse en una palabra ligera, incluso de buen tono en los salones y la prensa, sobre todo si se la deja deslizar hacia la derecha acoplándola con el término “liberal”.
Algunas veces, las definiciones de diccionario revisten interés porque dejan entrever la persistencia del trasfondo semántico en el cual la anarquía es incompatible con el orden social establecido. “Anarquía: es un desorden en un Estado que consiste en que ninguna persona tenga suficiente autoridad como para mandar y hacer respetar las leyes, y donde, en consecuencia, el pueblo se conduce como quiere, sin subordinación ni policía”